Ese mísero dispositivo y sus dos rayitas eran muy poco para convencerme de que estábamos convirtiéndonos en padres. Yo necesitaba un rostro humano que me lo confirmara, un profesional que supiera del tema y tras hacerme estudios y rigurosas preguntas confirmara el resultado.
Mi médico atiende los lunes, pero yo no podía esperar tanto, así que emprendí un rastreo desesperado y descubrí que atendía los sábados en San Isidro. Ese viernes fue un día muy largo. finalmente llego el sábado y hacia allá fuimos, claro que sin turno, pero yo necesitaba verlo, necesitaba que alguien me lo dijera con palabras y no con colores.
Ya en el consultorio y con gran expectativa le comento: venimos porque nos dio positivo el test, a lo que el simplemente respondió: Felicidades! están embarazados!
Así de sencillo. Así de fuerte.
No fue como lo esperaba, pero era exactamente lo que necesitaba.
martes, 10 de marzo de 2009
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1 comentario:
Pase y leí.
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